lunes, septiembre 25, 2006

Miedo

Os envio esto que me ha parecido interesante.


Saludos.





TRIBUNA: MEDICINA HUMANÍSTICA ALBERT J. JOVELL
> Miedo
> ALBERT J. JOVELL
> EL PAÍS - 19-09-2006
>
> Hay pacientes en quimioterapia que ven su enfermedad en la cara
> que ponen los demás
> Siendo el miedo un síntoma presente en los enfermos, nunca se
> pregunta por él
> Es un tema del que no se habla o se habla poco, pero es un
> síntoma que existe y que padecen, en mayor o menor grado, todos
> los enfermos. Los tratados de medicina suelen ignorarlo.
> Difícilmente se lee que una enfermedad produce miedo. En cambio,
> sí se lee que puede producir dolor, limitación de la movilidad o
> delirio, entre otros síntomas y signos con los que la medicina
> se siente más cómoda y útil. No hay una lección médica que se
> titule Prevención, diagnóstico y tratamiento del miedo. Sin
> embargo, el miedo, hermano del sufrimiento, es un síntoma muy
> frecuente.
> No sólo lo padecen los enfermos, sino también sus familiares.
> Según la enfermedad, el miedo se puede manifestar de diferentes
> formas: miedo a empeorar, miedo al dolor o miedo a la muerte,
> entre otros miedos. Lo sorprendente o no del miedo es que,
> siendo un síntoma presente en todos los enfermos, nunca se
> pregunta por él. Posiblemente sea debido a que el miedo es un
> síntoma que afecta a los enfermos y no a la enfermedad. Y de
> enfermedades, afortunadamente cada vez sabemos más, aunque quizá
> de enfermos empecemos a saber menos. También existe el miedo al
> miedo, pero ése es otro tema.
>
> El miedo existe aunque el enfermo intente controlarlo. Cuando
> uno se olvida de él, los demás te lo recuerdan. Hay pacientes en
> quimioterapia que contemplan su enfermedad viendo las caras con
> las que les miran los demás. La mirada del otro se convierte en
> el espejo donde te miras. Es la mirada del miedo. También se
> nota en las ausencias deliberadas. Se conoce como el síndrome de
> la fatalidad. La contemplación de la desgracia ajena te recuerda
> que nadie está libre de enfermar y, eso, incomoda.
>
> Una vez que empieza la enfermedad nunca se acaba o, mejor dicho,
> sólo se acaba con la muerte. El principal riesgo para morir es
> estar vivo. El miedo se asocia a la soledad y a la
> incertidumbre, como bien describe el premio Nobel de literatura
> y prisionero del campo de concentración de Auschwitz, Imre
> Kertész, en su libro Yo, otro al narrar el miedo que sufrió en
> lo que llama el "Laboratorio del TAC". "Todas las situaciones
> modernas riman con Auschwitz", escribió Kertész y determinadas
> pruebas diagnósticas y tratamientos son situaciones modernas.
> Dentro de una resonancia magnética la cabeza va muy deprisa o no
> va. Y de las biografías de los prisioneros en los campos de
> concentración nos llegan los primeros tratamientos para paliar
> el miedo. Viktor Frankl, psiquiatra y prisionero nazi, habla de
> la "logoterapia", o el encontrar sentido a la vida, como una
> estrategia de supervivencia que permite la convivencia pacífica
> con el miedo y el desasosiego. El miedo no se erradica, se
> aprende a convivir con él. A todo ello se ha referido también el
> profesor Ramón Bayés en sus artículos en EL PAÍS cuando habla de
> la necesidad de tener esperanza y de los efectos positivos que
> ésta tiene sobre la salud. También habla de los efectos
> perniciosos de la espera, uno de los principales factores
> productores de miedo.
>
> Difícilmente se podrá considerar que nuestra sociedad progresa
> si no es capaz de paliar el miedo y el sufrimiento de los
> enfermos y sus familiares. Quizá sería exagerado crear "unidades
> de tratamiento del miedo" como ya tenemos "unidades de
> tratamiento del dolor", en nuestros centros de salud, pero el
> miedo se tendría que considerar como lo que es: un problema de salud.
>
> También sería de agradecer que la sociedad reflexionara sobre el
> papel dañino del miedo y la necesidad de ofrecer compasión y
> esperanza para aliviarlo. Es esa compasión que el premio Nobel
> de Literatura J. M. Coetzee define en Elizabeth Costello como
> "el hecho de compartir el ser ajeno". Esa capacidad compasiva
> que, con el paso de los años, uno tiene la impresión de que se
> ha ido perdiendo en nuestra sociedad. A ello contribuye el hecho
> de que la medicina y los seres humanos se sientan más cómodos en
> lo que en Elizabeth Costello se definía como "la huida hacia el
> futuro", es decir, hacia esa posición cómoda y distante que
> busca soluciones científicas para las enfermedades ignorando a
> los enfermos. Es la comodidad de la distancia. Esta actitud
> queda reflejada en el comentario atribuible a un profesor de la
> Universidad de Harvard de que "los estudiantes eligen estudiar
> medicina en una clara vocación por atender a los enfermos y
> acaban la carrera con un firme propósito de tratar enfermedades".
>
> Dime qué y cómo enseñamos y evaluamos a nuestros profesionales y
> te explicaré qué obtenemos a cambio. Si además de interesarnos
> por una medicina efectiva, nos preocupamos por una medicina
> basada en la afectividad, quizá entendamos que más importante
> que curar es cuidar y confortar. Y la sociedad no puede ser
> indiferente al miedo. Esperanza, compasión, acompañamiento y
> empatía son formas clásicas de ejercer la medicina y de
> practicar las relaciones humanas que deberían enseñarse,
> aprenderse y evaluarse. Tarde o temprano, todos padecemos ese
> miedo que, como gas indoloro, te invade todo el cuerpo y, es en
> esos instantes, cuando uno mira con cierta perplejidad hasta que
> desaparecen en el recuerdo los tiempos en los que padecía la
> "soberbia del sano". Seamos todos pacientes por un día y quizá
> este artículo se entienda mejor.
>
> Albert J. Jovell es presidente del Foro Español de Pacientes y
> dirige la Biblioteca Josep Laporte.

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