miércoles, octubre 11, 2006

Mors/mrtáh/(brotós)/muerte

Mors/mrtáh/(brotós)/muerte. Por Pablo Egaña
ObservatorioDigital.netServicio de Observación sobre Internet. RIIAL. Boletín semanal Nº 370. Del 9 al 15 de octubre 2006

Lo que se nos viene al final de nuestros días produce sentimientos y pensamientos muy contradictorios. A veces causa repulsión. Enfrentar la muerte conlleva implicancias humanas, sociales y psicológicas. Es un tema que da para una buena conversación, café y galletas. Puede tratarse seriamente o con liviandad, pero siempre da pie a conversación y sentimientos.
La biología, la psicología, el estudio de las religiones, la antropología, son algunas de las disciplinas que entre sus materias tratan de dilucidar, entender y –¿por qué no decirlo?- retardar la no existencia. La muerte es una contraposición a la vida, el término biológico del ser. Las costumbres que se asocian a la misma vienen ya desde las cavernas, giran entorno a religiosidades, costumbres... Ritos y entierros han estado siempre presentes, no en vano el estudio de las civilizaciones está muy unido a los vestigios encontrados cerca de los sedimentos mortuorios y dan cientos de datos acerca de costumbres y cosmología porque la muerte, enlaza siempre al ser humano con el más allá.
No se piensa en ella
Los ataúdes, la cremación, las ceremonias, lugares de entierro tienen toda una industria montada en torno, una vitalidad económica que dejamos, justamente, para el momento final y cae, muchas veces de sorpresa, junto con la pena y la despedida.
Nos preparamos poco para ese momento, a pesar de ser la única certeza al nacer. Nos escabullimos del pensamiento “muerte” tanto como podemos. Ni decir, hablar de manera realista del tema, darle normalidad. Rápidamente sale el “morbo”, el miedo, los fantasmas. La vida cobra sentido, no obstante ello, a la luz de su fin. Cuando el ser humano se plantea las “grandes preguntas” se plantea el sentido. Somos algo contenido entre el primer y el último momento, ese ser, tiene sentido. Los existencialistas dieron muchas vueltas a este tema, para ellos la respuesta era, precisamente el sinsentido. El sentido común invita, no obstante, a gozar la vida, pero ... tomar conciencia es otra cosa. Para ello hay que enfrentarse al límite. Saberse y reconocerse mortal, una práctica cotidiana de ello es tomar conciencia del descanso, del dormir, así como de todo lo que no puedo controlar porque tengo limites.
Emoción, sentimiento
El duelo, las pérdidas... están llenas de emociones, ¡hay las emociones!, no se puede evitar sentir, de hecho duele y hay que vivir el duelo. Entristece la muerte, la personal y la de los seres queridos, remueve el espíritu muy, pero muy desagradablemente. Se plantea incluso como expresión de egoísmo último el privar a los demás de uno mismo, el suicidio, tan reprochable, moralmente inaceptable y legalmente regulado. Negar una emoción es otra manera de no enfrentar el límite, es negar el cuerpo, lo que en él sucede. Emociones que nos invitan a profundizar también y a hacer procesos y cumplir etapas.
Como es sabido, los gladiadores saludaban al César en el circo romano con el lema "Morituri te salutant", “los que van a morir te saludan”, claramente una expresión de derrota, que quizá los hacía menos que esclavos, juguetes para la muerte, pero la expresión los hacía concientes. Expresar, llorar, hablar del tema... ¿cuántas maneras de morir cotidianamente que no hacemos concientes?.
Enfrentar la muerte o aceptarla es una cuestión compleja, debate de ciencia y religiones, ¿cuestión lejana?, jamás. Tiene un componente ético incorporado, nos enfrentamos a ella en lo cotidiano, en el otro, sólo que para no vernos sobrepasados sectorizamos su influencia o evadimos esa consecuencia. A veces hablamos y pensamos en pobreza, guerras, contaminación pero no desde dentro, no desde la condición “mugiente” que todos compartimos. Hacemos nuestra vida sin pensar en ella, las arenas del tiempo se han de detener, miedo, paz o fiesta, lo que sintamos al final, sólo depende de nuestra preparación y nuestra conciencia, sólo al ocurrir sabremos.

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