La muerte
Como a una hermana. Sin rubor. De frente
y en un paso a nivel de mi avenida...
¡Quiero esperarte agradecidamente,
como si hubiera entrado ya en la Vida!
Tú, el Principio y el Fin.
Yo, un ahora peregrino
desde Ti a Ti.
Señor, no quiero ser más que lo que soy: nada.
Para que, de este modo,
en mi mansión deshabitada
Tú, Huésped dueño, lo seas todo.
Pedro Casaldáliga
En este blog queremos recoger las comunicaciones, experiencias, reflexiones de todos aquellos que nos dedicamos a cuidar a las personas en el final de la vida.
lunes, diciembre 25, 2006
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