martes, marzo 17, 2009

HUMANIZAR LA RELACION CON LAS PERSONAS ENFERMAS

En los últimos tiempos se viene hablando desde diferentes ámbitos de la humanización de la atención a las personas enfermas. Estamos en un momento en que la técnica lo domina todo, en que el dolor y el sufrimiento se quieren ocultar como si no existiesen. Se ensalza la autonomía de las personas enfermas para decidir sobre los tratamientos y pruebas que se les van a hacer, pero no se dedica tiempo a la comunicación con ellas. ¿Cómo humanizar la atención a las personas enfermas y a sus familias?

Creo que un punto clave de esta humanización de la atención está en la forma en que los profesionales nos comunicamos con las personas enfermas y sus familiares, por ello quiero compartir con vosotros algunas reflexiones entorno a la comunicación con ellas, que van dirigidas no sólo a los profesionales que nos dedicamos al cuidado de las personas sino que pueden servirnos a todos los que por uno u otro motivo tenemos a nuestro lado alguien enfermo o en situación de sufrimiento.

Ante todo quiero dejar sentados tres presupuestos básicos[1] desde la antropología, como un punto de partida común para comprender y posibilitar la comunicación con las personas que sufren:

No podemos vivir sin sufrir. El sufrimiento es parte de la vida, lo mismo que lo es la alegría. No podemos hacer un puente y pasar por encima de él sin verlo.
No podemos sufrir sin esperar. Sin la posibilidad de plantearnos qué podemos hacer hoy, aquí y ahora, como algo positivo de nuestra vida.
No podemos esperar sin abrir el corazón a la comunicación con el otro. “Cuando tu me escuchas yo me entiendo”

Sufrir, esperar y abrir el corazón. Desde esta clave de interpretación podemos acercarnos a la comunicación, al encuentro con aquel que sufre y podemos también hacernos cargo de nuestra propia vida.

Entiendo que la comunicación es tender un puente hacia el otro. Pienso en mi ciudad, Bilbao, y desde el puente de San Antón hasta el Puente Colgante en Portugalete hay 12 puentes. Los puentes comunican dos orillas a veces muy distintas, los puentes son lugares de intercambio y de encuentro, a veces son destruidos en las batallas, pero siempre pueden ser reconstruidos. Puentes los hay de muchas clases: los hay recios de piedra o acero, los hay frágiles hechos de madera, los hay muy viejos con mucha historia y los hay nuevos… unos sólo sirven para el paso de personas otros en cambio soportan el paso de grandes vehículos y pesadas cargas. Todos son importantes. Desde aquí voy a compartir con vosotros los puentes por los que transitar para el encuentro comunicativo con las personas enfermas.

EL SILENCIO.

¡Cuánto nos cuesta el silencio! Lo llenamos enseguida de ruido, de música, de palabras… pero todos hemos sentido, seguro, alguna vez la necesidad de que nos hagan un hueco para depositar lo que se mueve en nuestro interior. Algunos tienen la suerte de encontrarlo. Las personas enfermas, en situación de dificultad necesitan que les tendamos el puente del silencio para crear espacios en los que depositar sus vivencias. Es un puente de material ligero, pero enormemente resistente.

LA PALABRA.

Este puente es más conocido. Más usado. Pero no siempre es un puente abierto. Puede ser un puente cerrado cuando la palabra en vez de camino de encuentro con el otro es un muro para protegernos de los otros y aferrarnos a nuestras convicciones y planteamientos. Sin embargo, cuando la palabra es cálida y acogedora, cuando se interesa por la vida del otro, cuando da de nosotros mismos, se hace un puente resistente, que posibilita el paso de grandes cargas y resiste los mayores temporales.

EL TACTO

¡Qué importante es tocar a la persona enferma! Pero ¡ojo!. No es lo mismo agarrar que acariciar. El agarre coarta la libertad del otro y se impone, es un acto de poder y dominación. Sin embargo la caricia es un roce compartido. Es imposible acariciar contra la voluntad del otro, pues en ese mismo momento la caricia se convierte en abuso y violencia. Cuando la persona enferma tiene su imagen corporal más deteriorada el tacto es ese puente que es capaz de superar la distancia que le separa del resto del mundo y le recupera en su autoestima.

LA MIRADA

Hay miradas que invitan a entrar en relación con el otro. Que expresan el deseo de encuentro. Pero también hay miradas de desdén, de desprecio y de humillación que generan sufrimiento en la persona que es víctima de ellas. El mejor modo de testimoniarle a alguien que se le escucha es mirarle y también es la mejor manera de testimoniarle nuestro respeto[2]. El ojo habla sin decir nada. Podemos todos interrogarnos sobre cómo es nuestra mirada, y valorar así si crea puentes o los destruye.

LA SONRISA

A través del rostro sonriente nos damos al otro. La persona enferma, como todos nosotros, necesita poder reír. Una broma oportuna, una noticia graciosa, un comentario divertido pueden tender puentes que mil palabras no lograrían. Reírnos también de nosotros mismos nos hará capaces de afrontar un camino no siempre fácil al lado de los que sufren.

LAS LÁGRIMAS

Dice un autor que no recuerdo bien que “las lágrimas no lloradas vagan por el cuerpo”. Necesitamos poder sacarlas al exterior. Porque como dice la letra de la canción de Luz Casal: “… y si las lágrimas vuelven, ellas me harán más fuerte”. Las lágrimas construyen puentes casi indestructibles entre quienes las han compartido y aunque aparentemente son puentes de un material frágil y ligero resisten el paso del tiempo.

LA CREATIVIDAD

Cada día es nuevo, cada encuentro es distinto, cada persona es única. La creatividad es ese puente que se va adaptando a los diferentes lugares de paso y a las diferentes personas que lo cruzan. No sirven los protocolos, ¡tan valorados en la medicina moderna!. Cada encuentro es una nueva creación. Como el artista, cada lienzo es una nueva obra, con sus matices e influida por su momento personal. La relación con las personas que sufren reta nuestra creatividad.

LA AUTENCIDAD

No se puede cruzar un puente que tiene su pasarela en un lado y los pilares que la sustentan en otro. Porque el puente sin ninguna duda se caerá. La autenticidad quiere decir que hay una correlación entre lo que yo pienso, lo que yo siento y lo que yo expreso. Y cuando esto no se da, falta autenticidad. Y si no nos mostramos tal y como somos es imposible la comunicación, entendida como el encuentro de dos personas. Tal vez sea posible la información, pero no la comunicación.
LA EMPATIA

Es una actitud que crea puentes por si sola pues permite percibir los sentimientos y significados personales del otro tal y como éste los percibe y a la par es capaz de comunicarle una parte de esa comprensión. Pero ¡ojo! Se trata de sentir con el otro , no lo mismo que el otro. Es, según Bizoard, penetrar en el mundo de los sentimientos ajenos, permaneciendo en uno mismo.

LA ACEPTACION INCONDICIONAL

Significa aceptar sin condiciones todo el presente, el pasado y el futuro de la persona, de su modo de expresarse, de su modo de vivir, sin reservas y sin juicios de valor. Es una consideración positiva de la persona. No se trata de aceptar como deseable un comportamiento que puede ser incluso destructivo, sino de aceptarlo como natural, normal y esperable dadas las circunstancias y las percepciones que esa persona tiene.

LA ESPIRITUALIDAD

A veces las orillas son muy distantes. Y cuando el final de la vida ronda no extraño que surjan las preguntas por el sentido de todo lo vivido, el miedo a lo desconocido. El puente de la espiritualidad es ese puente que permite depositar las preguntas y sostenerlas. No es el puente de las respuestas y por supuesto no se nos pide que las respondamos, tan solo que vayamos con ellas, que pongamos también las nuestras y que transitemos este puente juntos. La religión de cada uno puede ser un puente que acoja y sostenga estas preguntas, pero aunque no hubiese una religión o una fe, o incluso aunque nuestras religiones sean distintas siempre es posible crear ese espacio para dejar las preguntas y caminar de la mano.


Posiblemente haya más puentes, vosotros, desde vuestra experiencia los conocéis y los transitáis a diario. Que estas letras sirvan para que en nuestra relación con las personas enfermas, seamos profesionales, amigos o familiares, sea más humana y más humanizadora.

Julio Gómez
Hospital San Juan de Dios, Santurce
Equipo de Cuidados Paliativos Domiciliario
[1] Tomado de la ponencia de Fructuoso de Castro de la Iglesia, en el III Congreso Nacional de Psico-oncología. Bilbao 18 – 20 de Octubre de 2007.
[2] Francesc Torralba. Sobre la hospitalidad, PPC. 2003

No hay comentarios:

AMAR HASTA QUE DUELA

  En memoria de la señora Luz María que me pagaba la consulta médica con 2 huevitos de gallina. Dar de lo que necesito. Dar sin medida, s...