Juan padecía un tumor cerebral. Nadie se lo había dicho. Estaba inquieto, quería irse a otra ciudad para ver si allí los médicos podían hacer algo por él. Cuando me encontré con él tuvimos, más o menos este diálogo:
- Hola Juan, ya he leído tus informes, ¿qué quieres que te cuente de tu enfermedad?
- ¡Cuéntame lo “bueno”!
- ¿Sólo lo “bueno”?
- Bueno, lo cierto es que con 80 años que tengo también puedes contarme lo “malo”.
Una vez que supo su diagnóstico y su pronóstico bajó su ansiedad y comenzó un itinerario de despedidas. El nos enseña que los enfermos necesitan saber la verdad y que esta les ayuda.
En este blog queremos recoger las comunicaciones, experiencias, reflexiones de todos aquellos que nos dedicamos a cuidar a las personas en el final de la vida.
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