martes, marzo 17, 2009

Vivir con dignidad hasta el final

Los cuidados paliativos
7 medios para ayudar a VIVIR CON DIGNIDAD HASTA EL FINAL

Hoy nos saturan con programas y legislaciones relativas a la muerte digna, quisiera desde estas líneas, hacer un alegato por la vida. Los paliativistas no somos los profesionales que tratamos con la muerte, sino que somos unos profesionales que tenemos el privilegio de acompañar a otro ser humano para que viva con dignidad hasta el final.
Voy a plantear aquí, parafraseando y resumiendo un texto del profesor F. Torralba, 7 medios para ayudar a VIVIR CON DIGNIDAD HASTA EL FINAL
Primero:
Velar por la autonomía del otro
Ayudar a vivir con dignidad es, ante todo, velar por su autonomía, esto es, por su ley propia. Cuando uno se dispone a cuidar correctamente del otro, trata de hacer todo lo posible para que ese otro pueda vivir y expresarse conforme a su ley, aunque esta ley no coincida necesariamente con la del cuidador.
El respeto a las decisiones libres y responsables del otro es fundamental en el ejercicio de ayudara vivir hasta el final, y ello implica una escrupulosa atención al principio de autonomía. Sin embargo, el sujeto cuidador tampoco debe convertirse en puro sujeto pasivo y neutro que se limita a satisfacer necesidades del sujeto cuidado, sino que, en tanto que ser humano, también tiene derecho a actuar conforme a su ley, a obrar autónomamente.
En el caso de un conflicto de voluntades, se impone la necesidad de diálogo y de consenso, la práctica de la confianza y una cierta elasticidad, priorizando, en cualquier caso, la decisión libre y responsable del sujeto enfermo.
Segundo:
Velar por la circunstancia del otro
La circunstancia no es un elemento accidental en la configuración de la persona, sino un factor determinante para comprender por qué actúa como actúa. La circunstancia no se refiere únicamente al conjunto de factores sociales y económicos que rodean una existencia humana, sino también al ambiente espiritual, a los valores, creencias e ideales que subsisten en un determinado contexto y que influyen en el proceso de realización de la persona.
No se puede ayudar a vivir con dignidad al otro si no se sumerge uno en su circunstancia y comprende las claves de su contexto, tanto en el plano tangible como en el plano de lo intangible.
Tercero:
Resolver el cuerpo de necesidades del otro
Significa tratar de resolver sus necesidades. Al ayudar a vivir con dignidad se alivian las necesidades que experimenta el ser humano, pero no sólo las de orden físico, sino también las de orden psicológico, social y espiritual.
Sólo es posible resolver el cuerpo de necesidades del otro si se dan dos premisas. Primera: la capacidad de escucha o, mejor dicho, de recepción del otro. Segunda: la competencia profesional para resolver dichas necesidades.
Cuarto:
Preocuparse y ocuparse del otro
Es fundamental la práctica de la anticipación. El ser humano, en tanto que animal histórico, es capaz de anticipar situaciones que todavía no vive. Esta capacidad de anticipación es, naturalmente, vulnerable, lo que significa que puede equivocarse y predecir algo que, finalmente, no va a ocurrir. Pero cuidar sólo es posible si uno imagina qué puede pasar en el futuro y qué necesidades se van a manifestar. Sólo así es posible responder con compromiso y seriedad a dichas necesidades y evitar males mayores.
Quinto:
Preservar la identidad del otro

Ayudar a vivir con dignidad a alguien es ayudar a vivir a un sujeto de derechos, a un ser singular en la historia que tiene una identidad esculpida a lo largo del tiempo y que el cuidador debe saber respetar y promover en la medida de sus posibilidades. El enfermo es un sujeto de derecho, un ser dotado de una dignidad intrínseca. Por causa de su patología, sufre una reducción de sus capacidades y de sus posibilidades de expresión, movimiento y comunicación; pero, aun así, es una persona humana y, en cuanto tal, su dignidad es intangible. Por tanto es velar por su identidad y no un modo de suplir al otro o de colonizar su identidad
Sexto:
Exige el auto-cuidado

Sólo es posible ayudar a vivir con dignidad a otro si el agente que cuida se siente debidamente cuidado. El auto-cuidado es la condición de posibilidad del cuidado del otro.
La apertura al otro sólo es posible cuando el yo tiene un cierto equilibrio emocional y mental. Ayudar a vivir con dignidad es dar apoyo, acompañar, dar protagonismo al otro, transmitir consuelo, serenidad y paz; pero ello sólo es posible si el que se dispone a desarrollar dicha tarea goza de una cierta tranquilidad espiritual.
Muy frecuentemente perdemos de vista que el cuidador también es un sujeto humano y que, en cuanto tal, es vulnerable y debe protegerse y cuidar de sí mismo para poder desarrollar correctamente su labor en la sociedad.
El auto-cuidado es, ante todo, una responsabilidad del cuidador. Debe velar por su cuerpo y por su alma, por su equilibrio emocional y por la salud de su vida mental.
Séptimo:
Vinculación empática con la vulnerabilidad del otro
La vulnerabilidad es constitutiva del ser humano. Tanto del cuidador como del sujeto cuidados participan de esta dimensión del ser.
La práctica de ayudar a vivir con dignidad exige ineludiblemente un cierto vínculo empático entre el sujeto que cuida y el sujeto cuidado. La empatía es, pues, una forma de co-sentir o de sentir con el otro, de tal modo que trasciende la mera simpatía. Se puede entender la empatía como una energía de unión con el otro y, en este sentido, es apertura hacia la amistad con el otro.
Síntesis final

El ejercicio de ayudar a vivir con dignidad hasta el final resulta fundamental para la subsistencia del género humano y exige que pongamos en juego estos 7 medios.

No hay comentarios:

AMAR HASTA QUE DUELA

  En memoria de la señora Luz María que me pagaba la consulta médica con 2 huevitos de gallina. Dar de lo que necesito. Dar sin medida, s...